Bruno Gabriel L. García
Ella dijo
que odiaba a su corazón sin él
sin néctar, ni aliento.
Que la oquedad
en ella
le era infinito.
Yo…
yo no dije nada
como un zoquete vacio
como perro sin guato.
Solo le decía
-calma, va a pasar-
y sin más…
solo asentía.
No era su dolor de amores
sino mis ventrículos vacios
que, como hoyos negros,
dragaban lo que en tiempo
no tenía.
Gran ironía;
un desamorado
y una de corazón quebrado.
Bonita pareja de solitarios.
Mas, ella espera una llamada…
Yo,
no espero a nadie,
no espero nada,
ya nada.
Ella levantó su mano
paro el taxi
y volteo sonriendo pensativa: - somos locos romanticistas- dijo
y siguió su camino.
Yo seguí el mío;
mi ruta por calles silentes
caminando como perro sin guato
cruzando avenidas
como perro suicida.
31 / III / 2011 / 11:11pm
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