martes, 9 de noviembre de 2010

Una vida que se fue

Algunos piensan que la pluma es un simple artilugio medieval para escribir, una lapicera.
No ven que ella representa la libertad de viajar por mundos siderales, tan lejanos como es la fuerza del ave que la porta.

Pero hay un ave, en especial, que me llena el mundo más que las otras: La paloma…

Dirán varios que esta ave es sucia, que es la limosnera citadina, que mejor sería que me auto represente como un grandioso águila, es cierto... pero me siento como la paloma... escupida y desterrada, transformada en el detrito de la ciudad. 
Pero lo es por el hecho de que nosotros la hicimos así; antes era libre, vivía y comía donde sus alas la llevaban, ahora esta oprimida en estas orbes de concreto y fierros gélidos, pocos le sueltan migas o algo para alimentarlas… como si degradarlas a mendigos no bastara, las matamos de hambre y en cierto modo lo gozamos.


Hoy vi a una pequeña mortecina, una criatura que ya no está en este mundo, habrá muerto y más tarde los humanos la tiraremos a la basura como si fuese escoria, como si su vida no valiese más que el residual diario de nuestras casas.

No pude hacer nada, pero puede que logre memorizarla en vuestras mentes, tratar de hacerles recordar lo interesante que es la vida, no solo de nosotros, los pútridos humanos, sino de todo ser viviente. Que la muerte de esta pequeña no sea vana.

Que vida no signifique humanos que respiran y progresan, que sea verbo no sustantivo.


Ocaso y Plumas
Bruno Gabriel L. García

Esa pequeña,
chiquita,
solita…
moría lenta
tirada en ese frio piso.

Lamento no poder haberla ayudado.

será mi flagelo
en mil lunas… y tal vez miles más

Daba sus últimos suspiros,
El sol en ocaso
era su última vista y compañía.

Ella también me vio;
ambos sabíamos como acabaría.

Fueron esas sus últimas horas,
quizá minutos,
puede que segundos…
no lo sé

Quizá solo esperaba ese atardecer
para luego partir con el sol.

Volaría con sus alitas
a su propio ocaso eterno.

Fenecía
mientas la calle fría,
la urbe fría,
la contemplaban
evitando ese futuro cadavercillo.

Quise hacer algo
pero su destino estaba atado de manos
no pude hacer nada…

Lamento no haber podido ayudarte…

Solo puedo hacerte esta reminiscencia
Palomilla Ignota.

Contar que exististe
al mundo frio

Que existió una avecilla
y que murió
al ocaso…

09/11/2010/06:02pm

1 comentario:

  1. Hemos invadido el territorio de las aves y otros animales, los hemos echado de sus hogares, de sus lares, como si fueran los intrusos,siendo nosotros los intrusos y usurpadores de sus derechos y encima no somos capaces de proveerles de alimento para que por lo menos dentro de su irracionalidad,nos perdonen por todo el sufrimiento que les ocasionamos con nuestro desarrollo. Los dejamos morir tirados en las calles como basuras. No hay quien los llore. Lo mínimo que debemos hacer es tratar de indemnizarlos, dejando alimento para ellos donde tiendan a bajar a picotear o mendigar átomos de algo qué ingerir.

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