Los primeros pasos de la destrucción de un hombre, dicen, es tener un amor secreto y que este se amor secreto, a veces cantado a voces, se enamore de otro o tenga una relación sentimental mientras uno se siente derrocado sin más que hacer que tomar cuanto trago se le cruza y fumar cuanto tabaco se le acerca… sobre todo si está solo tirado en una acera o deambulando con un mero presentimiento que luego hará efectivo a penas le pasen el dato.
-Oe… mano… ¿Sabes que perico de los palotes se le declaró a ella? ¿Y que luego ella le dijo que si?- será la frase detonante. Buscarás por todos lados algún indicio que te diga que no es así.
Te estremecerás, sin embargo, cuando te lo confirme un chisme… por tan escueto que sea. No querrás saber más de ella, no en mil años, no en dos mil años, quizá tres mil, pero ya para entonces estarás en otros caminos... o por lo menos eso quieres creer.
-¡Oye!... que pasa que ya no quieres dirigirme la palabra- dijo Sofía esa tarde, muchas tardes después de acontecido ese día. Solo quería huir de esa pequeña conversación, no aguantaba más, su dolor era inmenso, y las gafas cortaban toda visibilidad de sus lágrimas de soledad. –lo siento, estoy a contratiempo, otro día hablamos… no es nada- dijo parsimoniosamente y le sonrió mientras se reacomodaba las gafas, que medias humedecidas por el recuerdo y la soledad punzante ajustaban el espíritu y lo poco que le quedaba en esa época de vicisitudes, donde ella era ese futuro que lo aletargaba de toda pena.
Sofía no entendía, -¿que había hecho mal?- se preguntaba.
Sabía que Karlo la quería en exceso, pero no se le ocurría que ese podría ser ese el factor principal de dicho alejamiento. Era extraño, ya no le hablaba como antes, como hace unos días atrás; se había transformado en un fantasma, solo sabía de él a través de cuentos, anécdotas o algún otro datillo brindado por amigos comunes.
Puede que pase varios años, ella no entendería… es más… nunca lo entenderá y cuando se de cuenta ya lo habrá olvidado.
Se hará madre de familia, se hará profesional, se hará empresaria y será exitosa. Poco sabrá del tipo que la frecuentaba tiempo atrás, poco recordará quien era… Karlo por su lado no olvidará, serán todos esos sus preciados recuerdos que lo cohesionarán a seguir escribiendo a la par de escuchar a Verdi o Arjona o a Ogada… poco le importará el tipo de música, todas hablarán de lo mismo, todas la tocarán a ella en algún modo, se diría pues, que mientras el papel y el lápiz no le dejara tiempo de ver a futuro o de divagar en el pasado, no dejaría de crear para ella… era ahora su Beatriz, y el se sentía como un Alighieri de poca monta…
-¡Bah!… que estoy haciendo- se dirá, como elucubrando, mientras mira un libro para ella más que ha terminado; buscará otro cigarrillo en el bolsillo de la camisa, (donde siempre los guarda), sacará otro par de bocanadas de humo y cogerá otro papel… y seguirá escribiendo, enajenado… total, su presente ya no le importa.
Hola!
ResponderEliminarme encantaron tus escritos
llegue aqui por una publicidad que hiciste en un comentario en la pagina de juanelo
sigue escribiendo y poco a poco llegara mas gente curiosa como yo
saludos desde chile, suerte
Ante todo gracias por esta especie de acogida de parte de Chile, que ha sido efusiva, por cierto.
ResponderEliminarSeguiré escribiendo, pero me tendrán que dar una chance como a Can, solo hasta este Lunes (si no es antes). Pues estoy en exámenes finales en mi universidad y me está comiendo el tiempo asquerosamente.
Para culminar gracias una vez más, sigan leyendo, que ustedes son la única razón de que me anime a seguir escribiendo.