Bruno Gabriel L. García
La triste anciana
arreglaba sus flores
su jardín…
las acariciabas pétalo por pétalo.
Ellas le recordaron
a su viejo adorado,
eran sus flores,
su jardín, para ella
y llevaban su nombre
La luz, el sol,
y sus rayos
caían tiernamente
y su vestidito blanco
refulgía,
y la sillita de madera vieja,
que era de él,
la aguantaba como antaño.
-Una primavera más, te lo pido,
para verlas florecer…-
rogó en plegarias silentes.
-No mi amor,
él ya está esperando- respondieron ellas.
21/01/2011/05:13pm
Muy bueno! pasate por mi blog :D saludos!!
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