Bruno Gabriel L. García
No es la decepción de ese alguien que esperabas
lo que muele el cerebro y entretelas.
Lo que muele y decae el ánima,
realmente,
es la soledad
de saber que ella nunca, jamás,
estuvo a tu lado…
Ni lo ha de estar.
Es una soledad detonante
la que revienta.
Cuya explosión esputa solo yermos y glaciares ávidos de calidez.
Es como una eclosión nociva
de posible apatía a ese alguien
y de contorción ventricular
en una lucha tan corta y larga
por que no sea así.
Es un juego de perdida fija
que debes recorrer
y lo hagas con esa balas
recibidas a mansalva
y quemarropa…
Somos pocos…
Los enamoradizos cautivos
en ideas de soledad
y tabaco…
Son pocos los hombres
los queridos;
somos pocos los decepcionados
Decepcionados…
No de la musa.
No de la vida.
De la cobardía,
ciertamente.
De ese afán aciago
de autodestruirse,
buscando dejar desierta a la soledad
y alcanzando
sin más
desidia silente
y desconocida…
Sinceramente .
Son pocos los hombres
que han amado
Los demás,
de corazón quebrado,
solo estamos de paso.
04/01/2011/12:36am
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