viernes, 17 de septiembre de 2010

La ignota crónica de la bella Fantine

Eran las 9:37 de la noche y un vagabundo alcoholizado cruzaba la calle entre los vehículos de choferes hastiados por el día traqueteante, una muchedumbre surcaba por las esquinas con un andar ligeros hacia sus respectivas casas a la vez que un puñado de meretrices empezaban a pulular por la cuadra. Una de ellas, destacada por su finitez corpórea afrancesada, piel trigueña acanelada, ojos pardo claros quejumbrosos y rasgos de antiguas doncellas etruscas caídas en dramas personales acababa de salir del hotelillo tugurizado de la esquina, segundos después del primer cliente de la noche… salía con el semblante semi-sollozado y a la vez silente; era su primera vez ahí, en donde el mundo pierde su sentido moralista y porque además la vida misma se lo estaba obligando y ya no tenía más salida.



La noche amenazaba con ser eterna, solo se reanimaba para ver con sus tristes y exasperados ojos por algún otro futuro conviviente carnal de tres cuartos de hora mientras fumaba un cigarrillo regalado por una de las nuevas compañeras laborales.

Las horas pasaban; y a pesar de su exquisita figura manchada por su añil sonrisa no lograba que la muchedumbre varonil, ebria y a la vez caliente, arrecha, encuentre algo en ella que en las otras voluptuosidades de mujer, pero de vida más alegre, haya. Por ello nadie más la ha jalado al hotelillo para cumplir algún turbulento deseo en ese quermés de lúdicas lujurias tántricas. Prefieren meterse con las mujeres de más carnes, mujeres que los hagan gozar más, que les jadeen más por una hora y ciertamente por un menor precio; buscando así solo llenar sus pútridas esencias en otros seres, a veces, tan impíos como lo son ellos mismos.
Pues, ella, no fue hecha para esos trotes; ¡si hasta los tristes habitantes que deambulan hacia sus casas se han dado cuenta! Que la abatida agrimensura de esa pobre muchacha no debería modelarse en ese antro de callejoneras mancebas.

Ya pasaban las 12 de la noche y seguía aún parada en la esquina… sin ser vista, sin ni siquiera ser ignorada por algún cliente de la noche; simplemente no existía para la aspereza de aquel respiradero de ratas apesadumbradas.
Y fue entonces cuando se paró un carricoche por entre la muchedumbre vehicular de magros colores. Ninguna de las mujeres lo había visto antes, así que la preferencia de echarle miradas apáticas al desconocido era el canto casi general, mas Fantine, desconocida antes en ese mundo basto, se acercó tímida, como si fuese un colibrí asustadizo ante una presencia extraña.

Las meretrices ahora lo recuerdan cual anécdota de una novata caída en desgracias: -él le dio una oferta extraña y ella, en su desesperación, le entró sin refunfuños- recuerda, alturada, la más veterana de la cuadra.
Se subió al vehículo y partieron raudos hacia algún hotel o inhóspito lugar donde él pudiese desahogar su frustración diaria en el cuerpo delicado de ella; ahora se sabe que lo hizo con salvajismo y violencia.

Fue ese entonces que ella se arrepintió; si… se arrepintió. Pues el aire le faltaba y sus fuerzas la estaban abandonando, se olvidaban de ella. Él por su parte no desfallecía, solo continuaba forzándola a cada embestida dentro de su vehículo en ese páramo desolado. Apretaba más y más el grácil cuello tostado de ella por esos días de sol veraniego. Sus trémulas venillas empezaban a cesar sus cauces y su lumbre se apagaba a cada instante, estaba dejando de luchar, estaba rindiéndose con el cuerpo, aunque la mente no la dejaba, se forzaba a dejarla.

Su cuerpo, esa madrugada, faltó a sus fuerzas y le falló. Desapareció, Fantine, de este mundo.

Pocos saben que pasaron varios días acompañados de sus noches sin que nadie preguntase por esa joven; esa putrefacta cuadra que vio nacer la ignota tragedia de Fantine no la rememoró. Ni las putas aguardentosas, ni los ebrios de calenturientos sueños díscolos… ni nadie de esta felona urbe la tuvo entre sus recuerdos. Salvo un chiquillo corto, triste, tímido y candoroso, de piel símil a la de aquella mujer, a quien la estuvo esperando… dentro de un cuartillo alquilado a unas cuantas cuadras de aquel marginal geográfico de la ciudad, esperando en congoja solitaria y silenciosa a que esa mujer le traiga un pan que comer…

3 comentarios:

  1. oee mela como se atreven a poner siquiera divertido ahi entre las opciones, este scrito es mas melancolico que mi gato sin alimentar. Ahora, mira lo q pasa es q me quedan dudas al leer osea como me quede pensando que dond sta el viejo del niño ese y debido a q razones la mujer llego a ser prostituta , como es posible que llego a ese punto de desesperacion, siendo su primera vez en ese ambito laboral, o que hacia antes de llegar a esa posicion. Weno con eso fue la parte logica, lo demas es que en tu texto no presentas la esencia de Fantine, es decir no describes aun que sea implicitamente algun sentimiento concreto en ella lo cual es como si hablaras de un ser vacio por un momento aunque el final como que de ambiguo termina siendo un hueco relleno por el sentimiento de "PUXA MARE MAS SALAA csm y el niño mas" ----->PD: Son las 05:12 tengo sueño mela recien termino de estudiar haber si lo lees varias veces xq yo no me entiendo xD

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  2. Primero: La parte de "reacciones" viene casi por defecto, y hay gente que se ameniza leyendo textos y tienen el derecho a poner su opinión, así como tu lo haces.
    Segundo: No me gusta poner una historia comida, digerida y cagada. Si quieres pensar en el padre del chico o de como llegó Fantine a este punto de la historia es tu imaginación.
    Tercero: Este cuento ha ganado un tercer puesto en un concurso de mi universidad, no quiero decir con ello que este cuento sea la gran cosa o sea merecedora de tan escueto reconocimiento (Pues no es un concurso grandioso, hay que admitir), pero considero que tampoco sea una mala historia, me gusto escribirla y a quien le guste bien, sino también esta bien.

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  3. jajajaja... denuevo te vas a poner a discutir por como escribes, como en la cadena de correos de hace un buen tiempo de la promocion?? weno weno, ta xvr la historia y como dices a quien le guste... oe y haber si escribes algo de los cochecitos de papel o de cuando se kemo la cocina y tu pasaste mientras nosotros tratabamos de apagar y solo mirabas como kien dice.. "ahora q habran echo estos 2"... jaja esos recuerdos calacho..

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