El ser bukowskiano: “Don't Try”

"Tengo más fe en mi plomero que en el ser eterno.
Los plomeros hacen un buen trabajo. Dejan que la mierda fluya."

Charles Bukowski

Mujeriego, peleador con deseos de perder, alcohólico legendario, romántico testarudo, nihilista a ultranza (a pesar de haber escrito a Dios en varias ocasiones). Es sin lugar a dudas uno de los poetas que más acogida e influencia a tenido a pesar de ser dueño de una colección loable de enemigos literarios y detractores de pluma floja.

Bukowski nació en Andernach, Alemania, en el año de 1920; y murió un 9 de marzo de 1994 en Los Ángeles, Estados Unidos. Fue un poeta asociado a la generación Beatnik, aunque tal hecho fuera nada más que un error cometido por quien no ha leído su trabajo poético y narrativo, que se asemeja bastante a este género.

Siempre dicen que para escribir, sobre todo poesía hay que saber sufrir, y gozarlo, quizá a veces con tonalidades sádicas... y tenerlo presente a cada instante. Charles tenía muy en claro este concepto; concepto que ha sido adoptado a su vez por nuevas generaciones. Tal calado se puede apreciar inclusive en escritores peruanos, como Bayly, quien tiende a hablar de su vida de perdedor u hombrecillo frustrado, en cada relato que nos da después de plutónicas noches escribiendo como lo hiciere antes Bukowski; claro está que Charles tenía una máquina muy vieja de escribir y nuestro escritor una notebook ultraligera. Pero ambos sin duda escribiendo bajo la sombra de algún alucinógeno, cada uno a su estilo y locura pertinaz.

Aunque Charles Bukowski, el gran representante de la decadencia estadounidense y del nihilismo per se, nos dejó hace más de una década, no ha olvidado dejar rezagos de su paso por el mundo. Siendo traducido en más de doce idiomas y dejando secuelas en quien lo lea.

Por ende es, fue y será uno de los personajes que todo poeta que se precie de serlo deberá de haberlo leído por lo menos una vez, aunque esto implique ser influenciado en una normatividad de dejadez que ya ha llamado la atención a la pluma de autores como Alberto Fuguet, Pedro Juan Gutiérrez; e incluso a un grupo de rock: Dogs D'amour.